Nada más llegar, subimos por un ascensor con cristales y era muy divertido ver la calle, las casas, la gente... todo desde arriba. ¡Qué impresión! Parecía que volábamos.
Una vez en la cafetería, nos invitaron a desayunar y nos sentamos por grupos en mesas y sillas muy elegantes.
Había que comportarse mejor porque había más personas desayunando.
Un camarero nos sirvió un desayuno muy apetitoso: cereales con colacao y zumo de frutas.
Cuando terminamos de llenar el estómago, nos fuimos fuera del centro comercial para montar en el tren. Allí tuvimos que esperar, pero muy ilusionados.
El tren era chulísimo, de colores, con varios vagones e iba despacito para que pudiésemos ver todo tranquilamente. ¡Chu, chuuuuuuu!
Como podéis ver en las fotos, todos estábamos muy contentos y emocionados, disfrutando del viaje y observando lo que había en el exterior.
Desde el tren, pudimos ver los distintos monumentos de algunos países del mundo, como la torre Eiffel, la Cibeles, las pirámides de Egipto, etc.
Como véis, fue una mañana genial, con un tiempo estupendo y una actividad divertida y deliciosa.
¡Hasta la próxima!
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